La confianza es un valor del ser humano que permite dar la oportunidad a otros para que responda a las expectativas que usted tiene de ellos. Pero también es una puerta abierta para que esos “otros” superen barreras de entrada y logren conocerlo en su intimidad, pudiendo con ello causar mucho daño.
Muchos recomiendan ser “desconfiado” en los negocios, es decir, no permitirle a nadie de ese ámbito que cruce el umbral de su intimidad, para que de esta forma no pueda dañarlo.
¿Se imagina si todos fuésemos desconfiados? Si nadie confiara en nadie, si despertáramos todas las mañanas pensando en que alguien me puede hacer daño, y si jamás mezclamos nuestra vida personal con los negocios, estaríamos en un mundo lleno de empresarios deshumanizados, sin alma.
Máquinas de hacer dinero. Sólo eso y nada más.
Usted puede ser desconfiado y tener éxito, pero sepa lo que se pierde: Darle otra oportunidad a los que se equivocan; dejar que lo perjudiquen una vez pero se queda con la certeza de no juzgar a un inocente; creer en las capacidades de otro y darle impulso para crecer.
Generalmente los desconfiados no nacen. Se hacen a partir del daño que otros le han hecho. Y se vuelven testarudos y generan una gran costra que les impide volver a confiar. Por eso mismo, lo que ellos generan es DESCONFIANZA.
Si tiene a un desconfiado cerca, sepa que jamás confiará en usted. Y con ello, jamás logrará tener una comunicación sincera y mucho menos equivocarse.
Y si es usted es desconfiado, intente dejar eso atrás. El mundo actual necesita de trabajo en equipo, de redes, de sinergias, y usted está quedando fuera del juego. Podrá ganar plata, tener un círculo cerrado de trabajadores (en quienes aunque no se los diga, usted desconfía), muchos aplausos, pero se le pasará la vida sin saber lo hermoso que es confiar en otro y que éste responda a esa confianza.
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